T6 - Diez + Muller

torre seis (t6)

partido arquitectónico

T6 pretende insertarse en la ciudad como una pieza atípica al producto habitual de oficinas en Quito. La propuesta busca una expresión en la cual predomine la plasticidad y la materialidad del volumen. Es un edificio con un sentido ecológico importante, y que busca conectarse a la calle y ciudad mediante espacios públicos y semi públicos que refuercen su urbanidad.

El edificio es atípico en que no trata de permearse como la mayoría de edificios de oficinas a través de grandes paños de vidrio, sino que se envuelve en una piel solida de hormigón a la vista que se rompe puntualmente dependiendo de los diferentes focos visuales a la ciudad, su orientación, y relación urbana con el contexto. Esta piel está compuesta por módulos de hormigón a la vista, manteniendo la facilidad de una construcción limpia y de bajo mantenimiento. El envolvente de hormigón al contrastar con los paños de vidrio, conjuga la condición plástica y escultórica deseada en el volumen y cuida el impacto térmico en el interior.

permeabilidad y espacio público.

Al ser un terreno con dos frentes en una intersección importante de la ciudad, se ha creado una plaza esquinera tanto para los usuarios del edificio como para la vida pública. El diseño de áreas verdes arborizadas y mobiliario urbano para el uso de esta plaza hacen de esta esquina congestionada, un lugar agradable para habitar la vida pedestre y de importante dinámica urbana. Influyó mucho la frontalidad al parque Argentina y la relación que el edificio y plaza buscan tener con este. Mediante un espacio cubierto exterior de triple altura, se ingresa al lobby principal donde una gran pantalla de vidrio vincula la plaza exterior con un espacio de doble altura, humanizando así la escala de la torre al nivel de la calle.

sustentabilidad.

La sustentabilidad es un aspecto muy importante en el diseño y desempeño del edificio. Habiendo logrado una certificación LEED SILVER, la intención tanto de los promotores como de la parte arquitectónica fue exceder lo convencional en aportes verdes y ecológicos.

La Torre Seis tiene varias superficies vegetales arborizadas que avivan los espacios exteriores del edificio en diferentes alturas, rematando en la terraza de la cubierta un gran parque de jardinería y plantas endémicas, senderos y espacios de ocio para el disfrute de los usuarios con el exterior y las vistas del volcán Pichincha. Esta vegetación es abundante y rebosa en varios puntos del edificio, haciéndolos muy visibles desde varios puntos de la ciudad.

Dado que el solar linda a una vía colectora que cuenta con una parada de la Eco vía, el proyecto incentiva el uso y beneficio del transporte público motorizado y bicicleta. El edificio cumple con el número mínimo de estacionamientos requeridos por la ordenanza, mientras que aporta con 30 estacionamientos para bicicletas y vehículos de baja emisión.

Las especificaciones del proyecto proponen la eficiencia en el desempeño del edificio para la óptima comodidad de los usuarios en temas de climatización, control de temperatura, asoleamiento y áreas de esparcimiento. Toda la ventaneria es de vidrio cámara low-e con propiedades térmicas y acústicas requeridas por la certificación LEED. La piel se compone de paneles de hormigón a la vista que también aportan al control térmico del interior, reflejando el calor en días soleados, y que además implican un bajo mantenimiento. El hormigón además de otros materiales locales minimiza el transporte de materia prima a la obra también.

En las fachadas de mayor incidencia solar que coincidentemente también son las de mejores vistas, se optó por quiebra soles horizontales de aluminio que duplican la efectividad del tipo de vidrio utilizado.

Estos y otros aspectos del proyecto contribuyen a la certificación LEED SILVER y el aporte del edificio en búsqueda de una mejor conservación ecológica de la ciudad.

ciudad y arte

La visión de los promotores de realizar un proyecto no solo de aporte arquitectónico sino también cultural, les llevó a convocar a un concurso de obras de arte tanto para el interior como para el exterior del edificio. Así, dos piezas artísticas de gran formato (Marcelo Aguirre y Juana Cordova) adornan el lobby y la plaza cubierta del ingreso al edificio. Esta tradición de dotar a las edificaciones de obras artísticas que hace algunos años era de uso común, ha sido recuperada en Torre Seis, donde arquitectura y arte vuelven a dialogar, brindando un aporte cultural para los usuarios del edificio y los transeúntes que optan por caminar nuestra ciudad.